Los Ángeles no Lloran

miércoles, 3 de diciembre de 2008


Los ángeles no lloran... pero cuando están tristes.. ¿Cómo lo expresan?
Ella miraba por la ventanilla del tren.... afuera era de noche y hacía mucho frío.
Con cada expiración el vaho empañaba un pedazo de ese cristal sucio, lleno de todas esas huellas dactilares apoyadas a lo largo del día.

-¿En que piensas Sybelle?- Se oyó una voz masculina y juvenil cerca del oído de la chica.
Pero ella... seguía mirando los árboles pasar rápidamente.. sin dar tiempo a clavar la mirada en nada.. solo respiraba lentamente.. acurrucada en ese gran abrigo hundiendo su barbilla en la bufanda de lana.
La mano del chico se apoyó levemente en el hombro de Sybelle.. que esta permanecía inerte e inexpresiva, sin reaccionar ante el movimiento del joven.
-Te pasa algo.. Sybelle...- Ella desvió la vista del exterior y miró a Andrei hundiendo mas el rostro en la bufanda hasta dejar ver tan solo sus ojos.
-¿Qué me está pasando?- Los cerró y apoyó su frente en el hombro del chico.
Sybelle no podía llorar... no podía sentir... solo, junto a Andrei.. sabía que su corazón podía latir...
-¿Qué me dices de aquel ángel que te tendió las manos?... ¿Qué te dijo..que te enseñó?- Preguntó la inquieta Sybelle volviendo a mirar por la ventana pese al traqueteo del tren.

Andrei permanecía inmóvil, mirando los cabellos de Sybelle.. iluminados por una tenue luz, la del tren.
-Mírame Sybelle... déjame ver de nuevo tus ojos..y te diré que me dijeron los del ángel- Andrei estaba serio... pero un brillo único bañó sus ojos al contemplar los de Sybelle.
Con una mano..Andrei acaricio el rostro de Sybelle...
Su piel.. tersa y fina estaba congelada.. con la punta de la nariz enrojecida y los ojos húmedos de la fiebre...
-Sybelle, los ángeles no pueden hablar.. no sienten, son piedras.. inertes, que vigilan el andar del caminante nocturno mientras se debate entre la vida y la muerte en su imaginación... los ángeles... – Sybelle se destapó la boca con una mano.. y beso los labios de Andrei para que este cesara de hablar.. ella volvió a mirar el exterior.

Andrei entre cerro los ojos en una expresión dulce mirando la espalda de la chiquilla.
-Sabes Andrei?... no me creo que los ángeles no hablen.. `pues a ti te vi en piedra.. dado el color de tu rostro... apareciste en una ventana... y entras y sales de mi imaginación a tu antojo.. aun.. no te he visto llorar...- Sybelle enarcó una ceja.. y sonrió..
Andrei.. contempló el esbozo de la sonrisa de Sybelle.. aparto el cabello largo de los hombros de ella y beso su cuello cerrando los ojos...

Al incorporarse.. dos gotas rojizas caían por sus ojos.. enmarcadas en unas hermosas pestañas... su tez, seguía siendo pálida.. y sus ojos... azules.. como el frío cielo de una madrugada...y sus cabellos.. dorados... como los primeros rayos del sol, tenues.. pero potentes...
Sybelle giró la cabeza y con su dedo índice limpió una de las lágrimas rojas de la cara de Andrei.

-Pero mi dybbuk.... ..Los ángeles.. no lloran sangre.-
Sybelle enarco una ceja sonriendo maliciosamente y abrazo a Andrei.

Autodestrucción


El traqueteo del tren era incesante... y Andrei y Sybelle permanecían abrazados.. él.. con su cabeza apoyada en el asiento.. y ella con la suya apoyada en el hombro del chico.. mientras dormía... serena.. tranquila.. pese a todo lo que había vivido... pero su camino era largo... y aunque eso no les importaba .. solo deseaban huir juntos..
Ángel con demonio... demonio con ángel... sin importar papeles.. sin importar situaciones... él cuidaba de ella y ella cuidaba de él.

-Sybelle.. ¿estás despierta?- Pero ella no respondió... aunque permanecía con los ojos medio abiertos... no dormía.. soñaba... soñaba en ese día en el que sus demonios interiores no impidieran el caminar junto a Andrei... el día en el que sus tormentos los pudiera combatir con un buen paraguas...

Andrei se levantó y caminó hacia el pasillo del tren... depositando la cabeza de Sybelle sobre el asiento que él dejaba vacío con mucha delicadeza...

Sybelle, con la cabeza en el sofá vacío.. observo los andares de Andrei.. elegantes, seguros.. cualquiera diría que... bueno.. es igual...
El chico apoyó sus manos en el cristal de la ventana y observó el paisaje nocturno... había empezado a llover... y los rayos iluminaban las lejanías de los prados por donde el tren pasaba velozmente.

Los ojos de Andrei se desviaron por un momento a Sybelle.. que la miró con dulzura.. pensando que dormía... aunque rápido se percató de que estaba despierta..
Dio lentamente unos pasos hacia ella agarrándose a los barrotes que colgaban del tren para no caerse con el tambaleo de las vías.

-Duermes pequeña Gitana? O es que ya no quieres dirigirme la palabra?- Preguntó Andrei enarcando una ceja...
Sybelle sonrió quedamente y con dos dedos acarició los labios de Andrei...
-Dybbuk...- susurró la niña...

Unos segundos se miraron y Andrei acarició su cabello mientras besaba su frente..
Sybelle recordaba a ese chico con fuerza.. con resplandor... ahora.. era ese ángel de las tinieblas que todos temen llegar.. caballero de la muerte que camina de la mano de la luz.. y la vida... pues.. ¿qué es ella sin él.. y él sin ella?... el vacío... la desesperación..

-Autodestrucción.- murmuró Andrei mirando hacia la ventana..
-Hoy no ángel.. hoy no..- susurró Sybelle cerrando los ojos y volviendo a dormir.

Andei sonrió y se dirigió de nuevo a la ventana.. contemplando el vacío.. y la fría oscura y baldía soledad.


28/09/04 > Martes >18:00 p.m
{Me marcho del hospital}

Estuve 8 días metido en una cama, sin otra cosa mejor que hacer que ver día tras días los líos amorosos de famosos y sus hijos, junto las desgracias de la decadencia moderna, los accidentes de tráfico, y lo que es peor, las elecciones del estado.
Pero hoy me daban el alta del hospital. Realmente no esperaba que nadie viniera a buscarme porque tan sólo recibí la visita de Morgan y esta no fue del todo agradable.

El Dr. Ernest y yo hicimos buenas migas, muchos de sus días libres se paseaba por el hospital con sus hijos para presentárselos a los pacientes que mas afecto les cogía el Doctor.
Su hijo Edward era muy callado tímido, llevaba melena larga, moreno y su pelo enmarañado, el primer día que lo vi me hizo entender que era Heavy por su camiseta negra de Airon Maiden (todo un clásico) y por sus cinturones de grilletes y botas y pantalones de cuero negro, era un chico rebelde, callado pero rebelde... eso mas bien lo era con sus amigos (Me reveló en un susurro Ernest) pero era un chico muy educado y respetuoso, tanto con su madre Maribel, una mujer a la que jamás tendré el placer de conocer, falleció de cáncer... afortunadamente Ernest superó la perdida gracias a su hija, a la cual tanto Ernest como Edward la trataban como una muñeca de porcelana...
-Murió de cáncer señor..- Oí decir a una niña de unos 20 años de edad..
Ella era Stefánia, la hija de Maribel.
Pude hacerme un retrato de esa mujer fallecida gracias a la presencia de Stefánia.
Alta y delgada, con sus cabellos rubios bañados por el sol, y unos ojos marrones que denotaban profundidad, ella era distante, pero su presencia sosegaba cualquier tipo de ambiente, sus ojos estaban enmarcados en unas ojeras, supongo que serían secuelas de lo que tuvieron que sufrir los tres por la perdida de Maribel.
Se podía ver en ella que era una chica calmada, tímida también como su hermano pero mas calmada que él..
Mientras Edward permanecía sentado el día que lo conocí en la butaca de al lado de la ventana de la habitación meneando la cabeza al ritmo de su excéntrica música, Stefánia miraba como su padre me hablaba de su madre sin moverse un solo centímetro, ni siquiera para parpadear.

18:30 p.m
Ya he terminado de recoger todas mis cosas de la habitación, revistas que me traía Ernest sobre mecánica y ciencia, libros sobre las teorías del caos, la Biblia para rezar, ropa que me compró al saber que no tenía ninguna...
Oí unos pasos de fondo, había movimiento continuamente por los pasillos, a veces acelerado y a veces simplemente solo eran unos pasos cualquieras...
Dejé mi mochila al lado de la puerta y me acerqué lentamente a la cama del hombre en coma.
Aun vivía...
Me senté al lado derecho de la cama y le sujete la mano con firmeza.

-No sé lo que te hicieron tus hijos ni tu mujer, ni porque rondó por tu mente la atrocidad de acabar con la vida de esas personas que siempre te amaron y a las que tu en su día entregaste todo, se que me oyes, y por eso quiero decirte que si eliminando tu insignificante vida arrojándote al vacío creías que te librarías de la cadena perpetua, estuviste en un error, allí arriba tienen maneras mejores para castigar que estar simplemente en una celda viendo pasar los años- Miré hacia el exterior de la ventana, y luego volví a mirar el rostro cicatrizante de aquel hombre y continué diciéndole... –Tu sabes que puedes acceder a cualquiera de las dos, acarrear con el mal que les hiciste y condenarte en soledad durante años, o pedir misericordia al Señor, y esperar que él tal vez no te ponga un duro castigo.-

Solté su mano y me dirigí a la puerta, miré hacia atrás para desearle suerte al moribundo, y al mirar de nuevo hacia delante, unos ojos fríos y calculadores mi indicaron que no había servido de nada mi diatriba.
Morgan pasó rozándome como si yo no hubiera estado ahí y me sacó de la habitación educadamente pero con prisas...
-Déjame hacer mi trabajo como yo te dejé hacer el tuyo Maverick-

Cerré los ojos y bajé la mirada mientras se cerraba la puerta ante mi.
Con recelo me dirigí hacia el mostrador para que me dieran el papel del alta y poder irme de aquel hospital.