miércoles, 3 de diciembre de 2008


28/09/04 > Martes >18:00 p.m
{Me marcho del hospital}

Estuve 8 días metido en una cama, sin otra cosa mejor que hacer que ver día tras días los líos amorosos de famosos y sus hijos, junto las desgracias de la decadencia moderna, los accidentes de tráfico, y lo que es peor, las elecciones del estado.
Pero hoy me daban el alta del hospital. Realmente no esperaba que nadie viniera a buscarme porque tan sólo recibí la visita de Morgan y esta no fue del todo agradable.

El Dr. Ernest y yo hicimos buenas migas, muchos de sus días libres se paseaba por el hospital con sus hijos para presentárselos a los pacientes que mas afecto les cogía el Doctor.
Su hijo Edward era muy callado tímido, llevaba melena larga, moreno y su pelo enmarañado, el primer día que lo vi me hizo entender que era Heavy por su camiseta negra de Airon Maiden (todo un clásico) y por sus cinturones de grilletes y botas y pantalones de cuero negro, era un chico rebelde, callado pero rebelde... eso mas bien lo era con sus amigos (Me reveló en un susurro Ernest) pero era un chico muy educado y respetuoso, tanto con su madre Maribel, una mujer a la que jamás tendré el placer de conocer, falleció de cáncer... afortunadamente Ernest superó la perdida gracias a su hija, a la cual tanto Ernest como Edward la trataban como una muñeca de porcelana...
-Murió de cáncer señor..- Oí decir a una niña de unos 20 años de edad..
Ella era Stefánia, la hija de Maribel.
Pude hacerme un retrato de esa mujer fallecida gracias a la presencia de Stefánia.
Alta y delgada, con sus cabellos rubios bañados por el sol, y unos ojos marrones que denotaban profundidad, ella era distante, pero su presencia sosegaba cualquier tipo de ambiente, sus ojos estaban enmarcados en unas ojeras, supongo que serían secuelas de lo que tuvieron que sufrir los tres por la perdida de Maribel.
Se podía ver en ella que era una chica calmada, tímida también como su hermano pero mas calmada que él..
Mientras Edward permanecía sentado el día que lo conocí en la butaca de al lado de la ventana de la habitación meneando la cabeza al ritmo de su excéntrica música, Stefánia miraba como su padre me hablaba de su madre sin moverse un solo centímetro, ni siquiera para parpadear.

18:30 p.m
Ya he terminado de recoger todas mis cosas de la habitación, revistas que me traía Ernest sobre mecánica y ciencia, libros sobre las teorías del caos, la Biblia para rezar, ropa que me compró al saber que no tenía ninguna...
Oí unos pasos de fondo, había movimiento continuamente por los pasillos, a veces acelerado y a veces simplemente solo eran unos pasos cualquieras...
Dejé mi mochila al lado de la puerta y me acerqué lentamente a la cama del hombre en coma.
Aun vivía...
Me senté al lado derecho de la cama y le sujete la mano con firmeza.

-No sé lo que te hicieron tus hijos ni tu mujer, ni porque rondó por tu mente la atrocidad de acabar con la vida de esas personas que siempre te amaron y a las que tu en su día entregaste todo, se que me oyes, y por eso quiero decirte que si eliminando tu insignificante vida arrojándote al vacío creías que te librarías de la cadena perpetua, estuviste en un error, allí arriba tienen maneras mejores para castigar que estar simplemente en una celda viendo pasar los años- Miré hacia el exterior de la ventana, y luego volví a mirar el rostro cicatrizante de aquel hombre y continué diciéndole... –Tu sabes que puedes acceder a cualquiera de las dos, acarrear con el mal que les hiciste y condenarte en soledad durante años, o pedir misericordia al Señor, y esperar que él tal vez no te ponga un duro castigo.-

Solté su mano y me dirigí a la puerta, miré hacia atrás para desearle suerte al moribundo, y al mirar de nuevo hacia delante, unos ojos fríos y calculadores mi indicaron que no había servido de nada mi diatriba.
Morgan pasó rozándome como si yo no hubiera estado ahí y me sacó de la habitación educadamente pero con prisas...
-Déjame hacer mi trabajo como yo te dejé hacer el tuyo Maverick-

Cerré los ojos y bajé la mirada mientras se cerraba la puerta ante mi.
Con recelo me dirigí hacia el mostrador para que me dieran el papel del alta y poder irme de aquel hospital.

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